jueves, 25 de junio de 2015

CUANDO LOS OBJETOS NOS HABLAN

A tan solo 15 kilómetros de Valencia existe un lugar donde los objetos nos hablan. Unos lo hacen de la gente que los creó y para qué les sirvieron, de las necesidades que tenían e incluso de cómo se relacionaban, cómo se divertían, cómo penaban o simplemente cómo era su día a día.


Es el mismo lugar que hace unas décadas acogía las instalaciones del Hospital Psiquiátrico de Bétera, el último eslabón de una cadena empezada en 1409 por Fray Joan Gilabert Jofré al promover el primer hospital para la atención y cuidado de “ignocents, folls e orats”.

Del libro “Hospital Provincial”. 1927

Hasta mediados del siglo XIX permanecieron los enfermos mentales en una de las dependencias del Hospital General y allí siguieron hasta que en 1866 la Diputación compra a la sociedad Dotrés, Clavé y Fabra la fábrica de hilaturas dirigida por Gaspar Dotrés, montada tras la desamortización de 1835 e instala allí las dependencias del nuevo manicomio.

De la revista “Sábado Gráfico”. 1972

En un intento de mejorar la atención de los enfermos, se buscan nuevos terrenos donde construir un hospital adecuado a las necesidades del momento. Y así surgen proyectos como el del Vedat de Torrent, con capacidad para 1200 enfermos (1892) o el de Portaceli (1933), proyectado por Luis Albert.

Del libro “El Manicomio Provincial de Valencia”. David Sánchez Muñoz.

 Pero finalmente no es hasta 1969 que un proyecto se hace realidad, es el firmado conjuntamente por el propio Luis Albert, Guillermo Stuyck y Alberto Peñín y los enfermos del viejo manicomio de Jesús, pasan en 1973 al nuevo Hospital Psiquiátrico de Bétera; un complejo hospitalario con todos los servicios imaginables: Iglesia, jardines, huertos, campo de deportes, centro comercial y hasta un hotel para los familiares de los enfermos, que nunca llegó a utilizarse.[1] Pero los estudios y las conclusiones de la nueva psiquiatría iban por otros derroteros completamente distintos y abogaban por la integración de los enfermos en la sociedad y no en su reclusión en centros cerrados, la línea que separa el “anormal o demente” del “normal o cuerdo” es muy difusa y subjetiva ¿son todos los que están? ¿Están todos los que son?



A principio de los años 80, apenas 10 años después de su inauguración el Hospital Psiquiátrico cierra sus puertas como tal, hoy en día sólo una pequeña población de enfermos terminales y sin recursos es acogida en el pabellón 8 del antiguo Hospital.

Por estos mismos años, la Diputació de València, comienza la creación de un Museo de Etnología. El edifico de la Beneficencia es la sede de sus exposiciones, pero el número de donaciones y adquisiciones va creciendo y falta sitio donde albergar, clasificar y estudiar todo el material.

El desmantelamiento del Hospital Psiquiátrico, va a facilitar la creación de unas salas de reserva, donde el problema no es el espacio sino como gestionar adecuadamente todo el material existente.

Las Salas de Reserva del Museu d’Etnologia de València albergan cerca de 15.000 objetos,  que van desde un simple dedal a un carruaje del siglo XVIII, pasando por indumentaria de todo tipo, herramientas de trabajo, mobiliario…  procedentes unos,  de donaciones particulares, otros recuperados por el personal del museo y  otra parte de adquisiciones como por ejemplo la efectuada últimamente a la ropería  Casa Insa.

Foto X. Oms 


 Foto Tono Giménez


Foto Tono Giménez

Casa Insa, fue una institución en la Valencia festiva, teatral o religiosa desde hace más de un siglo. Su origen se remonta a principio de la segunda mitad del siglo XIX, cuando el tío bisabuelo de su última propietaria doña Carmen Ferrés García, entra a trabajar en la ropería de Gimeno Márquez, situada al principio de la calle Baja, cerca ya de la Plaza Sant Jaume. Unos años más tarde, en 1865, se queda con el negocio y en el año 1889 se traslada al número 48 de la misma calle, una casa señorial del siglo XVIII, construida sobre una anterior del siglo XVI y que según la tradición era la casa-taller del pintor Joan de Joanes [2].

A partir de entonces, Casa Insa se convierte en el proveedor casi exclusivo de compañías de teatro –tanto de aficionados como de profesionales-, de actividades festivas, cabalgatas, disfraces, carnavales y religiosas, siendo la del Corpus su referente indiscutible.

En el año 2011, según consta en el Informe del Consell Valencià de Cultura sobre el legado de Casa Insa “consciente del valor patrimonial que supone Casa Insa y de que Carmen Ferrés deseaba retirarse, dada su edad avanzada y los cambios acontecidos en el sector, el Museu Valencià d’Etnologia se esforzó por llegar a un acuerdo. Dicho acuerdo contempla la selección del material depositado en Casa Insa, la recuperación del mismo y la constitución, dentro de las colecciones del museo, del Fondo Casa Insa-Carmen Ferrés.” [3]


Foto X. Oms

Las salas visitables actualmente son tres, en la primera desde la sencilla tartana a la lujosa –en su tiempo- carroza, conviven con un una enorme carreta azul que en su día transportaba los cerdos del antepasado de un conocido empresario, dueño hoy de una cadena de supermercados.

 Foto X. Oms


 Foto Tono Giménez


 Foto Tono Giménez


 Foto Tono Giménez

Foto X. Oms

Parte también del legado de Casa Insa, vestidos y disfraces colgados en perchas –adquiridas en el “Chollo Barato”, pues el presupuesto no da para más- completando la instalación unos tubos metálicos –que nadie echará de menos en los desmantelados invernaderos del exterior- sujetando unos plásticos, en un intento de protegerlos del polvo y la humedad. Y montañas de cajas apiladas, cuidadosamente etiquetadas, en espera de un destino mejor.

Foto Tono Giménez

En la segunda sala nos recibe una representación de los gigantes del Corpus, y una enorme sala con hileras de trajes y disfraces de todo tipo, colgados cuidadosamente de su correspondiente percha “Chollo Barato”.

Foto X. Oms

Foto X. Oms

Foto Tono Giménez

 Foto X. Oms

  Foto X. Oms



Foto X. Oms

 Llama la atención un vestido con los colores republicanos y un gorro frigio con la escarapela tricolor, que los dueños de Insa debían de tener a buen recaudo y fuera de la vista del control franquista, que ¡buenos eran ellos!

                                                                   Foto X. Oms

Foto Tono Giménez

Foto Tono Giménez

Foto Tono Giménez

Foto Tono Giménez

Foto X. Oms

La tercera sala, nos lleva hasta el centro de recuperación de objetos varios, dónde la única restauradora no debe de aburrirse mucho. Herramientas y útiles de trabajo que han permanecido inalterados con el paso de los siglos y que hoy en día continúan siendo tan eficientes como en un principio. Mobiliario, aparatos varios y una cocina de color rosa que haría las delicias de Doris Day, completan el recorrido por la noche de los tiempos.

Foto Tono Giménez

Foto Tono Giménez

Foto X. Oms

Foto X. Oms

Foto X. Oms

El equipo que gestiona estas Salas de Reserva, dirigido encomiablemente por Jorge Cruz Orozco, es a todas luces insuficiente, tanto a nivel de recursos humanos –sólo una restauradora para más de 10.000 objetos- como a nivel de recursos económicos. No se puede menos que felicitar al equipo por la magnífica labor que está realizando y en las condiciones que lo está haciendo.

Foto Tono Giménez

Foto Tono Giménez

Foto X. Oms

Foto X. Oms

Foto X. Oms

Foto X. Oms

Foto Tono Giménez

Foto Tono Giménez

Foto X. Oms

Foto Tono Giménez

Foto X. Oms

Foto X. Oms

Foto X. Oms

Foto X. Oms


Desde una ventana contemplamos el paisaje exterior, al fondo dos depósitos enormes de agua montan guardia cerca de la salida. Alguien comenta, “parece Chernobil”.

Foto Tono Giménez

En la soledad de la noche, los objetos hablan entre sí. Un guardia de seguridad asegura haber visto como el gigante gitano le guiñaba un ojo a la mora mientras el moro besaba a la gitana o como la portezuela de una carroza se abría mientras unas faldas de seda desaparecían en su interior entre risas y jadeos.

Xavier Oms.
Junio 2015.



[1] El Manicomio Provincial de Valencia. Capítulo 5.2 del libro “Arquitectura y espacio urbano en Valencia”.

[2] Informe sobre el legado de Casa Insa y un posible museo de la indumentaria y los disfraces- Consell Valencià de Cultura-2011.

[3] Ibidem