La Valentia romana era una típica colonia latina, edificada sobre un islote rodeado por el Turia. La Vía Augusta al entrar en la urbe se convertía en el Cardo Maximus; perpendicular a él, estaba el Decumanus Maximus, ambos conformaban sus calles principales, cuya estructura permanece fosilificada en las calles del Salvador y Cavallers, que confluían en el Foro, centro geográfico y social de la ciudad, localizado en la actualidad bajo la plaça de la Mare de Déu y su Basílica. Y éste continuó siendo, desde su fundación hasta finales del siglo XIX, cuando a causa del incendio que destruyó la Casa de la Ciutat, el Ajuntament se trasladó junto a los solares del antiguo Convent de Sant Francesc en la calle de la Sang.
La ocupación musulmana representó el fin de la Valentia romana y visigoda, si bien al principio se respetó el culto de los cristianos, la represión de unas revueltas (778-779), por Abd al-Rahman I, tuvo como consecuencia, que la ciudad quedara totalmente arrasada y despoblada. La catedral visigoda respetada hasta entonces fue destruida y la población cristiana buscó refugio fuera de los muros de la ciudad, en el arrabal de la Roqueta.
De la Madinat al-Turab –Balansiya- aunque este término se suele aplicar más al reino musulmán, pocos o ningún resto arquitectónico ha llegado hasta nosotros, quitando de algún lienzo de muralla y los torreones defensivos, que fueron conservados mientras tenían alguna utilidad para la ciudad. Los Banys de l’Almirall, que hasta hace poco se consideraban de la época musulmana se ha descubierto recientemente que son bastante posteriores, ya en época cristiana.
La fisonomía de la ciudad musulmana no tenía nada que ver con la Valentia romana y visigoda, ésta con una trama de calles paralelas y perpendiculares, heredera de la polis griega y la musulmana con un concepto de vida y una cultura diferentes, fue posiblemente reconstruida integralmente al modo islámico después de la destrucción de la ciudad en el año 778 por Abd al-Rahman I; era un laberinto de callejuelas estrechas y tortuosas, alguna de ellas sin salida (atzucacs). La Madîna, construida sobre el antiguo foro romano, era el centro cívico de la ciudad y allí se levantó el Alcázar, en el espacio que ocupa hoy en día el Palacio Arzobispal, y la Mezquita Mayor sobre la catedral visigoda, antes ocupada por la basílica romana y actualmente por la Catedral. Se tiene constancia también de que en el siglo X, se construyó un zoco en las inmediaciones de la plaza de la Almoina, aunque el barrio comercial, la Alcaicería, estaba situada entre la actual plaza Redonda y la Llotja.
Tras la conquista de València por Jaume I, las primeras medidas que se adoptaron para transformar la ciudad islámica en una ciudad cristiana, fue la conversión de las mezquitas en iglesias. En 1241 el monarca cedió al obispo Ferrer de Pallarés, unas casas frente a la Iglesia Mayor, que sirvieron para construir el primer Palacio Episcopal.
Unos años más tarde, el 22 de junio de 1262, el obispo de València, Andreu d’Albalat, colocó la primera piedra de la catedral en la Iglesia de Santa María, sobre lo que había sido la Mezquita Mayor. En principio, sólo tenía tres crujías a los pies del crucero y el ábside, accediéndose a ella por la puerta románica recayente a la plaza de l’Almoina.
En 1303, se construyó el cimborrio y la puerta gótica de los Apóstoles.
En 1356, siendo obispo Vidal de Blanes se inició la construcción del Aula Capitular y en 1381 bajo la dirección de Andreu Julià comenzó a construirse el Micalet, lo continuó Josep Franch y lo concluyó Pere Balaguer sobre el año 1425.
Entre el cuerpo de la catedral y estas dos últimas construcciones, se supone que había un atrio, que desapareció con la prolongación que hicieron de las naves, empezada en 1458 por Francesc Baldomar y continuadas a su muerte por Pere Compte en 1476, quedando el Aula Capitular –hoy Capilla del Santo Cáliz- y el Micalet integrados en el edificio catedralicio.
En 1566 se construye el llamado Balcón del Cabildo, una doble galería superpuesta que circunda el ábside con arcos y balcones renacentistas.
En 1688 el barroco entra en la catedral y se instala en el presbiterio dejando en la Porta dels Ferros (1703) su obra más emblemática.
Pero fue en 1774 cuando el interior gótico de la catedral se ocultó con una decoración neoclásica, hasta que finalmente en 1976 se procedió a la repristinación de la catedral gótica.
En la segunda mitad del siglo XIII, los cambios urbanísticos fueron escasos, habría que esperar hasta principios del siglo XIV a que el Consell abordara el proceso de transformación de la antigua medina: “Com aquesta Ciutat fou edificada per moros a llur costum, estreta e mesquina, ab molts carrers estrets, voltats e altres deformitats, e com d’alcuns anys ençà prenem tots dies melloraments e embelliments a Deu mercé”.
El crecimientos demográfico de la ciudad, a pesar de las epidemias de peste y sobre todo la guerra de Pere el Cerimoniós contra el rey Pedro I “El Cruel” de Castilla, llevó a la construcción de una nueva muralla (1356) que encerraba en su perímetro el arrabal de la Boatella, la Xerea, la Morería y Els Roters con la Pobla de les Fembres Pecadrius, -la Juería, ya formaba un barrio aparte dentro del antiguo recinto musulmán-.
Así pues, los regidores intentaron ordenar el espacio urbano de la ciudad, eliminando las calles tortuosas por otras más rectilíneas, ensanchándolas y abriendo nuevas plazas y calles, como el Carrer dels Cavallers o el de la Mar que atravesaba la antigua Jueria.
La vida alrededor de las parroquias era muy intensa ya que éstas no se limitaban sólo a ser un instrumento de cristianización sino que eran también un elemento fundamental para la configuración y repoblación de la ciudad, actuando como vehículo de participación social. De hecho el Consell se nutría de los representantes elegidos por cada parroquia. Fueron el germen de los barrios. Cada parroquia contaba con su cementerio y allí eran enterrados los vecinos de su demarcación. Esto fue en ocasiones motivo de litigio entre parroquias, por la llamada “cuarta funeral”, derecho de la parroquia a una parte del estipendio del entierro de un feligrés propio, celebrado en otra iglesia.
Intensa era también la vida alrededor de la catedral, e incluso dentro de ella, ya que se utilizaba también para usos civiles y parece ser que el respeto y el decoro no era la norma habitual; Sanchis Sivera, menciona un documento de 1396 que demuestra que se tiraban basuras y escombros, perros, gatos y gallinas muertas en los rincones del templo.
Otro de 1445 hace patente la preocupación de los canónigos de la catedral ante el lamentable estado en que se encontraba “el Fossaret”, lugar donde reposaban los restos de sus antecesores, que se halla junto a la pared exterior del Aula Capitular, ya que la gente se orinaba en la puerta y la herrumbre corroía la verja. Para erradicar esta costumbre, el cabildo tomó la decisión de blanquear las puertas y de pintar allí dos imágenes de Sant Antoni “perquè no s’hi pixassen”. (Sanchis Sivera 1909-7).
También el obispo Vidal de Blanes tuvo que prohibir el lanzamiento de truenos con ballesta dentro del templo, durante las representaciones del Pentecostés, por el peligro que esto suponía para la linterna del cimborrio.
En el interior de la iglesia, hasta el año 1564 en que fueron prohibidas por el Concilio de Trento, se celebraban también representaciones religiosas –Misterios y Autos Sacramentales- con motivo de la Pascua, el Corpus, la Natividad del Señor o de la Asunción de la Virgen; esta última sería muy similar a la que todavía se sigue representando en la Iglesia de Santa Maria d’Elx, conocida como el “Misteri d’Elx”.
Els Furs prohibían la construcción de cualquier obra adosada a los templos y este obispo tuvo que pedir la intervención del rey, para que le autorizara a construir un pasadizo entre la Catedral y el Palacio Episcopal (1357), ya que el Consell de la Ciutat se oponía.
Tres siglos más tarde en 1660 se construyó otro pasadizo entre la Catedral y la Basílica, obra a la que también se negó a dar su permiso el Consell de la Ciutat, por lo que otra vez se tuvo que recurrir a más altas instancias. No fueron éstas las únicas obras adosadas a la Catedral, en la parte recayente a la calle del Micalet estuvieron hasta finales de la década de los 60 del pasado siglo, las llamadas Cases dels Canonges y el reloj del Micalet, junto con el de Sevilla el más antiguo de España. Otro elemento añadido fue una especie de kiosko de estilo neogótico, que existió a mediados del siglo pasado y que estaba situado a la derecha de la Porta dels Apòstols y en el que se vendían objetos religiosos.
Según cuenta Vicente Boix en su Valencia Histórica y Topográfica, también hubo adosado a la Catedral, en la parte recayente a la Plaza de la Almoina “un banco o poyo de piedra, grande y espacioso, al que se subía por una grada, que servía según tradición muy antigua, para que los canónigos montaran y desmontaran cómodamente, cuando no existían aún los coches, esto es, antes de 1546, en cuya época comenzaron a usarse estos carruajes en España”. El banco se demolió en al año 1862.
Alrededor de la Catedral la vida bullía; en la Porta dels Apòstols, todos los jueves se reunía –y lo sigue haciendo- el milenario Tribunal de les Aigües, mientras un aroma a fruta, hierba y otros productos de la huerta se mezclaban con el griterío de la gente, el traqueteo de los carros y el canto de algún ciego en demanda de unas monedas.
El Consell había asignado un lugar determinado de venta, para los distintos alimentos. Con ello pretendía por una parte, facilitar la recaudación de tributos y el control de las mercancías por el Mustassaf, que era un magistrado municipal encargado de vigilar el mercado en evitación de fraudes y abusos. Los nombres de las calles y las plazas hablan del comercio que en ellas había: Plaça de la Fruita, de les Cols, de les Herbes, de les Gallines, de la Palla…
La Plaça del Micalet, estaba situada a los pies de la torre y delante de la fachada barroca de la catedral, antes de su construcción llevó el nombre de Plaça de les Cols, posteriormente recibió los nombres de Plaça del Campanar y Plaça del Campanar Nou. En esta plaza los aprendices del oficio de alfarería daban muestra de su destreza para ser admitidos como oficiales, exhibiendo sus labores: vasijas y diversos objetos de barro para el hogar, con los años esta costumbre se convirtió en mercadillo de pequeñas vajillas y otros objetos de barro que desde la festividad de la Virgen de los Desamparados a la del Corpus, ha llegado hasta nuestros días con el nombre de “la escuraeta”. En la actualidad la plaza ha sido absorbida por la Plaza de la Reina.
En el extremo opuesto al Micalet estaba la Plaça de les Gallines, sobre parte de esta plaza se levantó el Aula Capitular, tenía también salida a las calles de Campaners y de la Barcella.
La barcella (barchilla en castellano), es una medida de capacidad para los granos, cerca de allí se encontraba el Almodí, que era el granero de la ciudad y las calles de la Farina y Pes de la Farina. La calle tomó el nombre de esta medida, por una lápida con la representación de lo que parece ser una barchilla, que se halla en el lateral del Palacio Arzobispal y bajo el pasadizo que lo comunica con la Catedral; cuenta la tradición que los carpinteros tomaban como patrón las medidas de esta marca para hacer sus barchillas.
Según Boix, esta lápida –posiblemente de origen romano y que no tenga nada que ver con ningún tipo de medida- “se colocó en el sitio actual en 1776, porque antes se hallaba algo más distante”. Continúa aventurando, que para algunos –no cita quiénes- “el Palacio Arzobispal fue alhóndiga en otros tiempos y que por eso se puso la lápida. Otra teoría que aporta, es que “allí, por el año 1654 residía el Tribunal de Diezmos, cuyo objeto era, requerir o comprobar las barchillas, para la justa medida en la partición de frutos y cuota correspondiente al Diezmo”. Según Carboneres esta calle se llamó también de la Virgen de la Cueva Santa.
La calle de la Barcella, va a desembocar a la Plaza del Almoina, posiblemente la plaza más antigua de Valencia; el centro cívico y fundacional de la ciudad de Valencia junto con la Plaça de la Mare de Déu, la Calle de la LLenya y la actual Plaza de Décimo Junio Bruto –el cónsul romano que fundó Valentia en el año 138 a.c.-
En ella, estuvo el Alcázar musulmán, sobre el que luego se edificó el Palacio Episcopal, la Basílica romana, la Catedral visigoda, la Mezquita musulmana y la Catedral. También hay una cripta conocida como la Cárcel de San Vicente, posiblemente una capilla funeraria del siglo VI que contenía los restos de algún importante prelado.
La plaza toma el nombre de una institución creada en el año 1288 por el obispo Raimon de Pont, para dar limosna y otras ayudas a gentes sin recursos, al edificio se le conoció con el nombre de la casa de la Almoina (limosna en castellano), y también, según Boix, de En Conesa, nombre del primer capellán que la habitó: Mateu Conesa. También albergó a gente que buscaba inmunidad en la iglesia, posiblemente después que se prohibiera este tipo asilo en el segundo piso del Micalet. De todas maneras, no fue éste el único nombre que ostentó la plaza, también recibió los nombres de Plaça de la Fruita, de la Llenya, dels Canonges y de la Oficialitat.
Saliendo de la Plaza de l’Almoina, se queda a la derecha la Calle de l’Herba de la que hoy en día sólo queda el rótulo de la calle en la fachada de Basílica de la Virgen, ya que se ha integrado en el conjunto arqueológico de l’Almoina con el nombre de Plaza de Décimo Junio Bruto.
Pasando por debajo del pasadizo que une la Catedral con la Basílica se entra a la Plaça de la Mare de Déu o de la Verge, bajo ella, el Foro romano, la primera plaza de la ciudad. Al excavar para hacer los cimientos de la iglesia apareció un gran número de lápidas y piezas arqueológicas, unas continúan enterradas, otras se utilizaron en otras construcciones y unas cuantas lápidas fueron colocadas en la fachada del edificio. También ha tenido otros nombres: Plaça de la Palla, de Les Corts y de la Seu.
Aquí se reunían los jornaleros en busca de trabajo, permanecían de pie como postes, esperando que alguien los contratara, la gente los bautizó con el nombre de “Els Hòmens de la Vergonya”; por analogía, los postes que sujetaban el entoldado de la Plaça de la Verge el día de su festividad, recibieron el mismo nombre: “Els Hòmens de la Vergonya”. Según cuenta Boix, el arzobispo Santo Tomás de Villanueva, ordenó celebrar una misa todas las mañanas al amanecer, para que los jornaleros no se quedaran sin trabajo.
En esta misma plaza se celebraban también los terribles Autos de Fe, a los que asistía el populacho como si de una fiesta se tratara. La mujer del médico y poeta Lluis Alcanyis, Elionor Esparza (1452-1505), fue quemada viva en la hoguera frente a la Porta dels Apòstols de la Catedral por “pertinaz, negativa y relapsa” (Relapsa: Que reincide en un pecado del que ya había hecho penitencia, o en una herejía de la que había abjurado). Su marido siguió la misma suerte. Ambos eran judíos conversos. Lluis Alcanyis era “inspector vitalici dels ferits de la ciutat”. En la hoguera y en el mismo lugar acabó también la familia de Lluis Vives.
Había en la plaza, a finales del siglo XVI, una casa de huéspedes alrededor de la cual había unos bancos de piedra dónde se exponían objetos para la subasta pública, luego esta costumbre se trasladó alrededor de la Llotja, donde ha pervivido hasta principios del pasado siglo.
Desde la galería renacentista que da a la plaza, era costumbre que el Domingo de Ramos, predicara el sermón un sacerdote, al que acudía el Consell de la Ciutat, colocando para ello un tablado en la plaza, junto a la verja de la Catedral. El último sermón que se predicó en este sitio fue en el año 1775 (Boix. Valencia histórica y topográfica).
A principios del siglo pasado, Lo Rat Penat instituyó un premio el Sábado de Gloria, para el carretero que partiendo de las Torres dels Serrans, después de dar el toque de gloria y levantada la prohibición de circular vehículos por el centro, llegara primero a la Plaça de la Seu. El premio consistía en un collarín con un medallón, que caballo y carretero exhibían orgullosamente. Esta fiesta se llamó “Els Gloriosos”.
Otras costumbres han llegado hasta nuestros días, como la bendición de ramos, la exposición de les Roques y els Gegants la víspera del Corpus y desde 1355 la misma procesión del Corpus y la Calvalcada del Convit, con el Capellà de les Roques, aunque ésta es posterior. Pero indudablemente la más antigua de todas, es el milenario Tribunal de les Aigües.
Enfrente de la Porta del Apòstols, está la llamada Casa Vestuario, un antiguo caserón del siglo XVIII, que se utilizaba para que las autoridades municipales cambiaran su vestuario habitual por el traje de gala en los actos festivos, luego sirvió de punto de reunión para el Tribunal de les Aigües, antes de comenzar la sesión delante de la puerta de la Catedral. A mediados del siglo pasado se reconvirtió en biblioteca municipal.
La Casa Vestuario, da entrada a la Calle del Micalet, estrecha y alargada, aunque desde que derribaron les Cases dels Canonges, parace más amplia. Bajo el asfalto, posiblemente aún se hallen las vías del tranvía que en ambos sentidos la recorrían. Cuatro eran las líneas que por allí circulaban. Desde el Barri de Sagunt, venían el 6 y el 16, el primero hacia Russafa y el segundo hacia Abastos. Desde la Estació del Pont de Fusta, la popular Estacioneta, el 11 iba dirección a Patraix y el 9 hacia el Cementerio.
También desapareció el reloj y su caseta y a punto de desaparecer está el edificio de enfrente, la Casa del Relojero, edificio en el que se alojaba el encargado de mantener y conservar el reloj del Micalet, como también desaparecieron los ecos de la Campana Manuel dando los toques para avisar que las puertas de la ciudad tenían que cerrarse. Más de uno se quedaría esa noche a la Lluna de València.
BIBLIOGRAFÍA
AMADEO SERRA DESFILIS –Arquitectura y urbanismo. Siglos XIII al XV-
DANIEL BENITO GOERLICH –La huella borrosa del Islam-
FRANCISCO PÉREZ PUCHE –Laberinto secreto de la Catedral de Valencia-
JOSÉ SANCHIS SIVERA –La Catedral de Valencia-
MANUEL SANCHIS GUARNER –La Ciutat de València, síntesi de geografía urbana-
SALVADOR ALDANA - Valencia, la ciudad amurallada-
VICENTE BOIX I RICARTE –Valencia, histórica y topográfica-
Fotografías: Foro Remember Valencia y X. Oms. Fotomaquetas: Historia de Valencia –Levante E.M.V.
X Oms –Juliol 2012
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