1ª PART. TEMPS DE GUERRA
Las luces de la Belle Époque, se apagaron el día 28 de junio de 1914 en el que, el Archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero al trono del imperio Austro-Húngaro fue asesinado. La relativa paz que durante casi cincuenta años reinó en Europa, se vio rota por el atentado de Sarajevo y las grandes potencias europeas primero, y Estados Unidos y Japón después, fueron entrando en el conflicto hasta convertirse en una confrontación mundial.
Si bien la neutralidad del gobierno español podía favorecer a priori, su posición en el mercado exterior, la realidad es que la incidencia de la guerra en la economía valenciana fue dispar; En un principio la incertidumbre sobre lo que iba a suceder hundió la economía y sumió en el pesimismo a la sociedad. Pero en los primeros meses de 1915 la oportunidad de abastecer al inerte mercado europeo, reavivó las exportaciones y el horizonte económico se despejó notablemente.
El sector agrícola salió favorecido inicialmente, pero el bloqueo marítimo y las restricciones de los países beligerantes hundieron las exportaciones, siendo la naranja el sector más perjudicado.
La industria tuvo mejor suerte, y prueba de ello fue la creación de la Feria de Muestras, promovida por la Unión Gremial y que se celebró en una recién estrenada Estación del Norte. Pero aún así las fábricas que por falta de recursos o de previsión no habían hecho de la electricidad su fuente de energía principal, tuvieron serias dificultades para subsistir, debido en gran parte a la escasez de carbón.
En este escenario, con unos precios al alza, una inflación galopante y una guerra interminable en Marruecos, la clase obrera fue la principal víctima de esta situación; manifestaciones, huelgas y disturbios fueron sucediéndose a lo largo de esta década, llegándose a declarar en la ciudad de Valencia el estado de guerra en el año 1917.
La preponderancia de una burguesía agrícola se hacía patente en los nuevos edificios públicos, el Mercado de Colón, obra de Francisco Mora, el Mercado Central de Soler y Guardia, y la Estación del Norte de Demetrio Ribes, son muestras bien elocuentes de ello, con sus motivos alegóricos a la huerta y sus productos.
Y un nuevo centro empezó a formarse; el derribo del Barri de Pescadors primero y el de la Baixada de Sant Francesc después, junto con la demolición de algunos edificios, permitirían la conexión directa entre el centro comercial de la ciudad –el Mercado Central y la Lonja- y la vía de comunicación con el exterior –la Estación del Norte-. La construcción del nuevo ayuntamiento, obra de Francisco Mora y Carlos Carbonell, el edificio de Correos y Telégrafos, de Miguel Ángel Navarro Pérez y el de la Telefónica, de Esteban y Cárdenas, junto a las sedes de las principales sociedades financieras y aseguradoras, conformarían el centro político y financiero de la ciudad.
En ese tránsito a la gran ciudad, Francisco Mora con su reforma exterior –Grandes Vías y Eixample-, Federico Aymamí con su inconclusa –afortunadamente- reforma interior y sobre todo Javier Goerlich Lleó con sus decisivas intervenciones en la actual Plaça del Ajuntament, de la que hay que lamentar la disparatada idea de destruir su “Tortada”, fueron sus máximos responsables, sin olvidar a arquitectos como: Almenar, Borso di Carminati, Camaña, Cortina, Ribes, Rieta…
Mientras en Europa llegaba la paz, en Valencia la situación política y social iba empeorando, las clases obreras empezaban a respirar los aires del triunfo bolchevique en Rusia y los políticos eran incapaces de encauzar sus aspiraciones. A finales de los años 10 la conflictividad social no acababa, continuaba, y mientras la ciudad se transformaba lentamente.
X. Oms
Desembre 2011
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