domingo, 27 de marzo de 2011

LOS LUGARES DE LA PLAZA DEL MERCADO SEGÚN ORELLANA

En la minuciosa descripción de la plaza del Mercado, llevada a cabo en el último tercio del Siglo XVIII por D. Marcos Antonio de Orellana, en su manuscrito “Valencia Antigua y Moderna”, publicado para su difusión en el año 1924 por Acción Bibliográfica Valenciana, se relacionan por el autor, diversos lugares dentro del recinto de la citada plaza, que por la actividad que en ellos se realizaba, fueron en diferentes épocas conocidos con ciertos apelativos.


Con independencia de aconsejar la lectura íntegra de la obra de Orellana, la presente exposición o síntesis, tiene sólo por objeto dar a conocer los citados lugares, dando una versión resumida de la descripción que el autor realiza, para ello he compilado la información que se da en diversos pasajes de la obra, procurando resaltar lo más singular de la descripción, incluyendo en letra cursiva frases y palabras del libro tal y como se recogen en el mismo. Por otra parte, la otra finalidad del presente trabajo es ubicar, a ser posible gráficamente, dichos lugares en la configuración actual de la plaza del Mercado.




1.- La Carnicería



El primero de dichos lugares o parajes, de los que nos habla Orellana en su descripción, es el de La Carnicería o Carnicerías, de las que dice que en tiempo muy antiguo existían fuera de la puerta de la Xarea, siendo después trasladadas al Mercado, situándolas el autor en la plazuela que hay inmediato a donde suele ponerse la horca frente a la Casa de la Contratación, paraje o ámbito que hasta pocos años antes de llevar a cabo dicha descripción, era conocido como Peso de la Paja y porta del Carbó, sitio en el que con posterioridad se edificó un cuartel (el conocido como el Principal), inmediato a la esquina que dobla para San Juan. Indicándonos asimismo Orellana, que las citadas Carnicerías se trasladaron en 1679 a la Plaza de la Pertusa, donde se encuentran situadas en el momento en que escribe dicho pasaje de su obra.



Imagen.- 1 Iglesia de los Santos Juanes, a la izquierda, calle Peso de la Paja en medio, se observa un edificio con una marquesina, el citado Cuartel del Principal. En el lugar que ocupa dicho edificio sitúa Orellana la Carnicería.



2.- La Horca



En segundo lugar describe el autor otro recinto que denomina de la Horca, de ésta, data su existencia con anterioridad a 1409 y de ella dice que no siempre tuvo la misma forma que en el momento en que Orellana escribe su manuscrito, en que la misma era de madera y desmontable, pues con anterioridad era de piedra picada y estaba “en medio del Mercado, frente del enlozado de la Lonja”, siendo derribada en el año 1599 con motivo del casamiento del Rey Felipe III. No obstante dicho derribo, cree el autor que hubo de volver a construirse de material firme y con tres pilares como las del llamado cementerio del Carraixet, indicando que dicha segunda horca de obra, existió al menos desde 1612 hasta 1632, año en el que se derribó con motivo de la entrada en Valencia del Rey Felipe IV.



Imagen 2.- Fragmento del plano de Mancelli de 1608, en el que se observa la configuración de la plaza y de la horca de obra que describe Orellana.





Imagen 3.- Superposición aproximada del lugar de ubicación de la horca sobre fotografía actual.

3.- El Barreig



Siguiendo con la descripción dice Orellana, “Hallase en dicho Mercado frente a la calle de Madalenas un parage, que se denomina el barreig, y es donde está el caxon, ó puesto como de recoba, para la venta de Atun, bacalao, &c.”(sic). Reconociendo expresamente Orellana desconocer el motivo por el que a tal lugar se le dio ese nombre, apunta dos posibilidades, que derivase de un mercader llamado Thomas Barreig o que dimanase del verbo Varretjar, del que dice, “significativo de destinar ciertas cosas comestibles para su venta ordinaria en tal sitio llamado Barreig, esto es para venderlas a barato, y precio infimo, y moderado”, indicando que dicho lugar estaba destinado a mercaderes y patrones que quisieran vender saladura, por ejemplo sardinas, bacalao, atún, etc. y no tienen casa, para evitar que tuviesen que malvenderlo, siendo allí la venta de los productos a menor precio pues no pagaban alquiler. Imagen 4.- Señalado con el número 33 el Convento de las Magdalenas con su claustro y su huerto. A su derecha, la calle Magdalenas o Madalenes, rotulada en el plano del Padre Tosca como carrer Mitga galtá, frente a la misma se ubicaría El Barreig.



4.- La Palestra



Dice Orellana que frente a la fachada del Convento de Madalenas era la ordinaria palestra, y donde se acostumbraban a ejecutar antes las corridas de toros y esto desde tiempo antiguo. Relata el autor que en 1614, corriendo toros en dicho sitio, se hundió el tablado, que llamaban de la bela, el cual según nota al pie dice que era el que se formaba desde la Puerta nueva, hasta la calle de Conills, cerrando el Mercado y dando espaldas a la parte de la Bolsería y Estacas. Y se llamaba vulgarmente de la bela (sic), porque tenía una bela tendida encima, para que no le diera el sol a la gente por la tarde a la hora de la corrida, en dicho accidente, según relata fallecieron 60 personas y fueron muchos los aliziados, y estropeados de brazos, piernas &c.



Asimismo relata el autor que, en el de 1718 en igual función, se asoló allí también el tablado que llamaban el Carafal dels cegos, del que dice que recibía dicho nombre por estar en sitio poco acomodado para ver la función, matizando o explicando de un modo un tanto irónico que, se decía dels Cegos, pues como estos no ven, tampoco los que allí estaban, veían todo lo que en la plaza sucedía.



Por último, indica el autor, que dicho lugar fue el escenario ordinario de las corridas de toros, hasta que el 19 de Agosto de 1743 ocurrió la desgracia de que cayendo una almena (de las que coronan los altos de la Casa de la Contratación) atraída de la tirantez de la cuerda con que estaba atada la vela, y bamboleada esta del ayre, resultaron varías desgracias…Y desde entonces ya mas no se ha ejecutado Corrida alguna de toros en el Mercado, pues unica que despues acá se proyectó efectuar en dicho sitio fue cuando estando ya consntruyendose los tablados en el año 1760, vino la noticia de aver fallecido en el día de Sabado 27 de Septiembre la Reyna N. señora Doña Maria Amelia de Saxonia consorte del Rey Carlos III por cuya causa volvieron a deshacerse.



Con independencia de las corridas de toros, la plaza del Mercado, también fue escenario según indica Orellana, de las funciones de la Real Maestranza. Imagen 5.- Croquis de los tablados y palcos de la palestra del Mercado. Extraído del libro “La Plaza de Valencia” de Yolanda Selma, José Moscardo y otros, diputación Provincial de Valencia 2001.



5.- Els Ramellets



Otro de los lugares o sitios del Mercado que recoge Orellana en su descripción es el denominado Els Ramellets, situándolo inmediato a la esquina de la Calle nueva, frente del boquete de la Calle vulgo el carrer nou. Con dicho nombre dice el autor, se menciono ya en el Itinerario del Bando publicado en 17 de Septiembre de 1647, por Prosecion de rogativa que havia de hacerse por enfermedades epidemiales que se padecían, indicando que dicho apelativo deriva de que en dicho lugar casi todo el año, particularmente en la oportuna estación de la Primavera, se venden toda clase de flores y ramilletes del tiempo.



En la esquina de dicho lugar, dice Orellana que había una estatua representando la figura de una mujer, existiendo otra en el otro extremo del citado carrer nou (cuyo topónimo, deriva del hecho de su reconstrucción tras un incendio) a la parte de la calle Giponers, ó de la Pellería que representaba la figura de un hombre. Entendiendo el autor, que dichas figuras representaban a los que creyeron perpetradores, ó causa principal (por mexor decir) de la maldad cometida, haciendo referencia al incendio, ocurrido en 1447, que había destruido todas las casas de aquella calle hasta el Trench y Pescadería, en el que murieron abrasadas 20 personas, y ello porque según se creyó, fue Incendio voluntario, fraguado por un Genís Ferrer, despechado por el sentimiento de ver sentenciada á pena capital á su Muger, por el delito que descubrió la fidelidad de un perro.







Imagen 6.- El lugar dels Ramellets en el plano del Padre Tosca de 1704.



Imagen 7.- Actualmente el lugar llamado dels ramellets, lo podríamos situar a la entrada de la calle llamada de las Mantas esquina a la Plaza del Mercado.



6.- El Clot



El lugar llamado El Clot, lo sitúa Orellana casi enfrente de la calle vulgo de Conills. Y dice de él que era el destinado para la venta de aves y demás volatería, haciéndose mención del mismo en una Providencia del Almotacén de 4 de abril de 2665 en la que se ordenó que ningu que vena perdius, conills ó tot altra qualsevol cosa que no gosen ni presumisquen vendre la dita cosa en ninguna part de la present ciutat sino en lo dit mercat, e Clot davant la carniceria del mercat.



Según relata el autor, en dicho lugar desempeñaba su cargo el llamado Vehedor de la Caça, el cual era proveído por la Ciudad y cuya incumbencia era la de reconocer las aves, si tenian la carne sana, ó si ya estaban pasadas, como de muchos días muertas. Además de este cargo, existía también un empleo, que se otorgaba por concesión de la ciudad a cambio de un arbitrio, que era el de recoger las plumas de las aves que en el Clot se pelaban o desplumaban, las cuales se vendían después para cojines, almohadas, colchones, etc.



Imagen 8.- Se observa en la fotografía el llamado mercado nuevo, la calle a la derecha del mismo hoy desaparecida era la citada calle En Conill, en su parte recayente a la plaza estaría situado el Clot.





7.- Les Estaques



De este lugar dice Orellana, llamase las Estacas, vulgarmente Les Estaques, un recinto en el Mercado, que se comprende en el intermedio, que hay desde el mesón de Cinteros, hasta el Encante. Por nota a pie de página, se indica que el sitio primitivo de las Estacas era el sitio que ahora ocupan las casitas de San Juan que hay desde la escalera que sube al rellano de dicha Iglesia hasta la esquina que entra acia la plasuela de la Comunión, que después que Capuz trabajo la fachada de San Juan que mira al mercado, en pago de la obra le dio la Parroquia, el ambito que ocupan todas las casitas de bajo del rellano, el las hizo y disfruto. Después (dicen que en su testamento) las dio á San Juan con ciertas obligaciones, y de no alquilarlas por mas de 20 libras (como lo cumplen)y quedó por entonces desocupado el restante territorio ya dicho, desde dicha escalera hasta dicha esquina, y esto era el sitio de las estacas, en que se hicieron después las casillas que vemos.



Al hilo de lo antes expuesto, decir que causa vergüenza y resulta incomprensible, que un lugar de nuestra ciudad tan cargado de historia y que forma parte de la bella fachada de la iglesia de los Santos Juanes, situado además a escasos metros de la Lonja (monumento declarado Patrimonio de la Humanidad) y del Mercado Central, lugares que son visitados diariamente por numerosos turistas, presente el deplorable estado de abandono que presenta y que como escaparate de la dejadez mostramos al mundo a diario, máxime cuando dicho espacio podría tener un uso adecuado, simplemente con destinarlo a un fin acorde para el que fue creado, como podría ser por ejemplo, bajo ciertas directrices o instrucciones, la venta de ciertos tipos de artesanía o la exposición de elementos etnológicos relacionados con la misma.



Volviendo a la descripción de Orellana, el llamarse dicho sitio las estacas dice que lo es, porque antiguamente se vendían en dicho sitio las cavallerías (como ahora algo mas acia el encante) y para que no se desparramasen, ni soltasen, se fixaban en el suelo unas estacas ó palos, á los quales estaban atadas, y aseguradas. Tras trasladarse posteriormente dicha actividad a la Plaza de San Francisco y posteriormente a la Plaza de las Barcas , en 1770 retornó dicha actividad al lugar, por providencia del Corregidor D. Francisco Navarro, dado que residiendo éste en la citada plaza de las Barcas le resultaba molesto que dicha feria se llevase a cabo en dicho lugar.



Imagen 9.- Las casitas o covetes de los Santos Juanes, lugar donde antes de su construcción se situaba el lugar llamado de les estaques.



8.- La Fustería



A mediados del siglo XV sitúa Orellana un lugar llamado La Fustería, en el Mercado junto á las casas que están anexas y contiguas al Convento de la Merced, y frente a la calle del Trench. El incendio acaecido en el año 1447, del que hemos hablado al tratar del carrer nou, no sólo afectó a las casas de dicha calle, sino también a las del Trench e incluso a la Fustería, como consecuencia del mismo los fusters se trasladaron a la Plaza dels Alls, después renombrada de la Merced.



Imagen 10.- Extracto del Plano de Mancelli de 1608, con el número 40 La Merced, aunque en la fecha del plano la fustería ya no se encontrase en dicho lugar, en su momento se situaría en las casas anexas a dicho recinto recayentes a la plaza del Mercado.



9.- El Encant



El último lugar de la plaza del Mercado del que vamos a tratar es el llamado El Encant o Encantillo, lugar inmediato a la Casa de Contratación en el mercado, donde públicamente se subastaban y exponían para su compra y venta tanto bienes muebles como inmuebles, bien judicial o extrajudicialmente. Hasta aproximadamente 1586 dicha actividad se llevaba a cabo en la plaza de la Seo, posteriormente se trasladó, ya en la plaza del Mercado, a la pared o frontis del Convento de Magdalenas, encontrándose en dicho lugar según refiere Orellana en los años 1619 y 1623. En dicha ubicación junto al convento, se situaba tanto el Encant como el llamado Baratillo y en el mismo se cometían muchos abusos, resultando tremendamente interesante la extensa descripción que de ello realiza Orellana, que entre otras cosas dice de aquel lugar, que en el mismo se llevaban a cabo cambios ó cambalaches, y como se practicaban á hora tenebrosa, y á obscuras, más eran gañifas, que otra cosa,…todos acudían con ánimo de engañar, y solían quedar todos engañados, y mas de una vez el que pensó lograr capa, se halló al día siguiente con un trozo de paño ó tapiz de montería con liebres y conejos,…sucediendo en muchas ocasiones que el que pensando dar gato por liebre, se llevaba gataso. Por ello, siendo aquel un Teatro de verdaderas vurlas, o un sitio donde se deshacían, y vendian algunas cosas hurtadas,..se extinguió, contemplandose perjudicial el Baratillo: Quedando sólo el encante, para venderse en él las cosas por medios del todo licitos, ó por interposición de Corredor á horas públicas, y regulares.



Estimándose que dicha ocupación era impropia en lugar tan cercano al Convento e Iglesia de las Magdalenas, se trasladó, por deliveración de la Ciudad de 13 de Septiembre de 1662, en la que se estableció el Oficio de Corredores de cuello, al sitio , que hay desde la escalera de la Lonja hasta la esquina de la calle vulgo de Cordellats, comprensivo de 20 palmos, contadores desde la pared de dicha Lonja o Casa de Contratación acia fuera, con la obligación a dicho oficio de averlo de empedrar dentro de tres años, y que diez palmos más, delante de los 20 establecidos, acia fuera, y a la parte del mercado, les hayan de tener enterrados, y limpios para comodidad de pasageros, y compradores, y poner fitas como consta por dicha Deliveración.



Imagen 11.- Lugar donde se ubicaba el Encant.



Ubicación de los diferentes lugares del mercado.



Para terminar y con el fin de dar una visión de conjunto, intentare situar de un modo aproximado, tanto sobre el plano de Mancelli de 1608, como sobre una vista actual, los diferentes lugares descritos anteriormente.



Imagen 12.





Imagen 13



Publicado al Foro Remember Valencia el 28/03/2011, a la página 1070, post 21396.



miércoles, 23 de marzo de 2011

Al Marqués de Campo



Monumento al Marqués de Campo en su emplazamiento original, plaza de Emilio Castelar, todavía incompleto.

Creo que esta postal es inédita por la perpectiva y porque no están colocadas las estatuas representando al Gas y a la Marina Mercante.
Permitirme que pegue el texto que el trabajo, que enlazo al final, dedica a la construcción del monumento. Es largo, pero interesante.
El grupo que representa al Marqués, compuesto por la estatua del prócer valenciano, a tamaño mayor que el natural, y la de una pequeña niña a la que acoge con su mano, fue entregado al fundidor Aquiles Crescenci, de Roma, en 1892, según testimonio del propio Benlliure. Allí permanecería, almacenado por falta de pago, durante más de doce años; pero, no adelantemos acontecimientos y sigamos su curso.
En 1889 Benlliure presentaba en la Exposición Internacional de Munich, La Marina, el tercero de los grupos del monumento, representada por una mujer semidesnuda, pues una tela cubre sus piernas, recostada sobre un antiguo timón. La estatua recibió la Primera Medalla de escultura en aquel certamen, y fue nuevamente galardonada en la Exposición Nacional celebrada en Madrid al año siguiente, donde se exhibió otra de las estatuas de Benlliure para el monumento al marqués de Campo, El Ferrocarril, un hombre desnudo, sentado, sosteniendo una sólida rueda entre sus manos. Terminado el certamen, las Estatuas fueron depositadas en el palacio que hasta hacía poco era residencia en Madrid del marqués de Campo, y ya entonces propiedad de su heredero, que sin embargo no haría gala de ninguna de las dotes que encumbraron a su padre adoptivo.
El 19 de agosto de 1889 moría el Marqués. “Sin distinción de partidos, toda la prensa hace justicia al emprendedor valenciano”. El Ayuntamiento de Valencia, por ser el marqués hijo predilecto, varón ilustre, y exalcalde de la ciudad, se hacía cargo de su cadáver, trasladado desde Madrid el día 22, y presidía su entierro en la iglesia del Asilo que el mismo fundara. La muerte del marqués dejó a Benlliure sin la asignación mensual que como mecenas le dispensaba, y, aunque en el testamento había consignado cierta cantidad al objeto del monumento, como señala Almela y Vives, “mientras Benlliure iba trabajando en el monumento, cuyas figuras habían de fundirse en bronce, se fue consumiendo la consignación testamentaria. Y entonces el Ayuntamiento de Valencia acordó sufragar los gastos que aún habría que hacer”. Pero esto sería una vez transcurridos quince años desde el primer acuerdo municipal de erigir una estatua al Marqués, y tras comprobarse inefectiva la suscripción popular abierta por el Ateneo Científico y el Ateneo Casino Obrero con tal fin.
En 1904 el fundidor Aquiles Crescenci, cansado de reclamar el importe adeudado, había puesto el asunto en manos de los tribunales y amenazaba con cobrar con el valor en bronce de la obra. Mariano Benlliure, agobiado ante la situación, escribía el 9 de junio de aquel año al alcalde la Valencia, Miguel Polo, la primera de una serie de cartas urgiendo una resolución al respecto. El escultor enumeraba los trabajos realizados y pendientes para el monumento: “Grupo del Marqués, que coronará el monumento, ya fundido. Grupo de la Caridad, compuesto por cuatro figuras, ya fundido. Dos figuras que representan la Marina y el Ferrocarril, también fundidos. Modelada y vaciada en yeso, una figura que representa el Puerto de Valencia. Para completar el monumento sólo falta por modelar la figura que representa el Gas.”. El célebre escultor valenciano renunciaba, generosamente, al cobro de cuanto se le adeudaba de lo acordado por modelar toda la parte escultórica y se comprometía a modelar gratuitamente la estatua que faltaba, así como a entregarla al fundidor durante marzo o abril de 1905, pero matizaba “se entiende esto en el caso de que el Ayuntamiento se determine a levantar el Monumento”, a quien instaba gestionase directamente con el fundidor de Roma, o con la casa Masriera de Barcelona, si decidían fundirse en España las estatuas que faltaban.
Pero el Ayuntamiento no podía tomar ningún acuerdo definitivo mientras no se realizase la cesión definitiva del monumento por parte del entonces Marqués, el hijo adoptivo de José Campo, José Luis Bruna, quien nunca haría honor a su padre y a su título. El 1 de septiembre de 1904, desde un hotel de París, el “marquesito” telegrafiaba al Ayuntamiento: “Cedo mis estatuas ciudad Valencia”. Acordaba el consistorio días después, se destinase la cantidad equivalente a 4.000 liras para el pago en Roma de la fundición de una estatua y modelo de la otra. Pero en enero de 1905, el abogado del fundidor reclamaba nuevamente el pago aún por efectuar. Según la municipalidad, para ello “debía esperar un documento por el cual el heredero del Marqués hiciese donación a la ciudad del monumento indicado”, pues el marqués había puesto condiciones a la cesión y la resolución no podía ser inmediata. A finales de febrero, y ante la noticia del embargo en Roma de la estatua, se consignaban definitivamente y a cargo de Imprevistos, las 4.000 liras objeto de litigio. En mayo, el Ayuntamiento de Valencia solicitaba al pintor José Benlliure, director de la Academia Española en Roma, interviniese en el asunto, efectuando éste el pago y recuperación de la obra, al tiempo que indicaba medios y costes relativos a su transporte, en total 3.250 kilogramos, desde Roma a Livorno, y desde allí al puerto de Valencia a través de la Compañía de Navegación de esta ciudad. El día 27 de julio de 1905 el grupo escultórico del Marqués partía desde Italia en el vapor Jérica.
A su llegada a la ciudad quedó depositado provisionalmente en los almacenes municipales sitos en la calle Na Jordana, y en la sesión del 8 de agosto de 1905 se acordaba su lugar de emplazamiento: los solares de San Francisco, “toda vez que después de realizados la reforma y embellecimiento del barrio de Pescadores y el traslado de la estación del Norte y la construcción de la fachada de la Casa Consistorial recayente a dichos solares, quedaran éstos convertidos en la plaza más grande, céntrica y hermosa de nuestra ciudad”. La Alcaldía del Ayuntamiento de Valencia, que ostentaba Eduardo Llagaría, decidida a convertir en hecho la erección del monumento, ordenaba al sobrestante de Monumentos y al director de Paseos que la estatua del Marqués de Campo fuese depositada en el nuevo jardín, al que se alude como Parque de San Francisco, construido en los solares junto al jardincillo de la plaza de Emilio Castelar, y con idénticas aceras. Depositado allí sobre un lecho de troncos, el día 4 de noviembre de 1905 se ponía en pie el grupo del marqués, en el que Benlliure había ejecutado una representación veraz del benefactor al que acompaña una pequeña niña. La voluminosa estatua, situada en lugar próximo al previsto para emplazamiento del monumento, quedó rodeada por una provisional y rudimentaria cerca de alambres y estacas que dio lugar a la sonatina popular de: ¡Si el marqués levantara la cabeza!. Hubo quien consideró apresurado el traslado, argumentando que no estaba realizado el basamento, o que había de esperarse al replanteo de la fachada del Ayuntamiento, y quien manifestó abiertamente: “No consideramos al Marqués de Campo con mérito bastante para recibir tan elevado honor, porque aún no sabemos en virtud de qué méritos extraordinarios y de qué generosos, y para él no productivos servicios prestados a Valencia, se le ha de levantar una estatua, precisamente a la entrada de la ciudad y en sitio tan privilegiado”. Sin embargo, el día 8 de noviembre también se instalaba allí el grupo de la Caridad, que había sido retirado del palacio de Campo, donde desde hacía tantos años permanecía. Se manifestó al ya entonces ilustre Benlliure la aceptación de su ofrecimiento de modelar gratuitamente la figura de El Gas, y se le solicitó un dibujo del basamento sobre el que habrían de colocarse las estatuas para proceder a su construcción.
Quedaba pendiente incautarse de las figuras de la Marina y el Ferrocarril que estaban en Madrid, embargadas finalmente al heredero del Marqués con el palacio que perteneció a su padre, junto con los muebles que contenía. Antes de su salida de la Alcaldía, último día de diciembre de 1905, Eduardo Llagaría se interesó por el estado legal del asunto, del que no obtuvo resultados, así como por la figura que representaba El Puerto, vaciada en yeso, y que se hallaba depositada en la Academia Española en Roma, notificándole José Benlliure el lamentable estado en que se encontraba la estatua y que su deterioro, por el transcurso de los años, la hacía inservible. Las gestiones municipales al respecto se paralizaron durante todo el año 1906.
El 21 de febrero de 1907, el cronista de la Ciudad Martínez Aloy solicitaba a Benlliure remitiera un modelo del basamento, y el escultor requirió le fueran remitidos los planos del emplazamiento. Antes de que finalizara mayo, Benlliure enviaba el dibujo y justificaba su proyecto: “Aunque resulte algo más costoso, he preferido, para la mayor suntuosidad y originalidad al propio tiempo de la obra, darle el carácter de fuente, pues tratándose de una gran plaza convertida en jardín no solamente se adapta más al ambiente y resulta más decorativo, sino que es al propio tiempo más alegre e higiénico”494. A efectos de mediciones, se solicitó al artista un modelo corpóreo del basamento, y en pocos días remitía el proyecto en yeso del conjunto del monumento, que el propio Aloy calificó resultaba “muy artístico”.
El 10 de junio de 1907, previa declaración de urgencia, fue aprobado el dictamen de la Comisión de Monumentos por el que se iniciaron las gestiones para la construcción del basamento, para la recuperación de los dos grupos del monumento en Madrid, así como para la terminación del mismo, solicitando a Benlliure modelara la estatua que representa El Gas; al mismo tiempo se consignaba en el presupuesto una partida para atender los gastos ocasionados. El 19 de junio tomaba posesión de la Alcaldía José Maestre Laborde, quien haría efectivo el acuerdo adoptado.
En noviembre de aquel mismo año el Arquitecto Mayor, Rafael Alfaro, manifestaba que “de acuerdo con D. Mariano Benlliure, había sido ultimado el proyecto de base para sostener las figuras que constituyen el monumento”, valorando el coste de la obra en 250.000 pesetas, presupuesto aprobado por el Consistorio el 2 de diciembre de 1907. En enero del año siguiente se solicitaba del Gobernador Civil, y era concedida, la exención de subasta pública en la adquisición de la piedra, que se determinó fuera de Borriol -por la uniformidad de color que deseaba tuviera Benlliure, así como de la obra de construcción del basamento.
El 23 de marzo de 1908 los arquitectos municipales Rafael Alfaro y Francisco Mora acompañaron a Mariano Benlliure en la visita efectuada a las obras del monumento, que estaban siendo ejecutadas, fielmente al proyecto, por el industrial Santiago Ortiz. “Por indicaciones del genial autor del proyecto se sustituirá la lápida conmemorativa que se pensaba colocar, por una inscripción con letra suelta que dirá: “Al primer Marqués de Campo. 29 marzo 1908”, fecha prevista, inicialmente, para su inauguración. El mismo día de la mencionada visita, al anochecer, era colocado en su pedestal el grupo de la Caridad, y al día siguiente, 24 de marzo, la estatua del Marqués coronaba el monumento, mirando hacia los solares del derruido barrio de pescadores; de ahí, y según fuentes documentales municipales, la instauración de esta fecha como la oficial de erección del monumento. La inauguración, aplazada a instancias del propio Benlliure por “entender que no debía celebrarse aquella solemnidad sin estar terminado el Monumento y colocados, por consiguiente, en su sitio, los tres grupos que faltan”, nunca se llevaría a cabo.
Finalmente, el 22 de marzo de 1909, Juan Navarro Reverter, valenciano y ministro de Hacienda, comunicaba al Alcalde de la ciudad el éxito de sus gestiones ante la Marquesa de Manzanedo, que cedía los dos grupos fundidos, los cuales había adquirido con el palacio de la Castellana que fue propiedad del Marqués de Campo. El 16 de abril llegaban a Valencia, perfectamente embaladas, las estatuas que representan La Marina Mercante o la Navegación, y la de El Ferrocarril; el escultor llegaría en el correo del día siguiente para realizar la entrega. “Pero el Sr. Maestre pensó ofrecer una sorpresa al Sr. Benlliure, y de paso satisfacer uno de sus más vehementes deseos. Y en efecto, presentose en la estación; sacó, previo cumplimiento de las formalidades prevenidas, los grupos dichos; ordenó su transporte a los jardines de San Francisco, y a las nueve de la noche comenzaba la operación de colocarles en el monumento, y a las doce menos cuarto terminaba, en medio del general asombro”. El Alcalde solicitó al artista terminara el grupo que faltaba en el monumento para darlo por concluido y, aunque Benlliure se comprometió a entregarlo con vistas a inaugurarlo durante la Exposición Regional Valenciana a celebrar aquel año, hasta enero de 1911 no sería remitida la estatua de El Gas a la ciudad de Valencia, colocándose en el monumento el 14 de febrero de ese año.
Así pues la erección definitiva del monumento al marqués de Campo se consumaba a los veintiséis años de iniciada la idea.


Escultura pública en Valencia
Elena de las Heras Esteban

(Post 20204)

viernes, 11 de marzo de 2011

Adoquinado

Adoquinado en la Plaza de la Reina.

El 5 de enero de 1845, domingo, el entonces joven alcalde de Valencia, D. José Campo convocó sesión extraordinaria del Ayuntamiento a la que acudieron el propio Campo, Juan Miguel de San Vicente, teniente de alcalde, Vicente Minguet, Juan Pelegrí, regidores, y Tomás Tamarit, procurador-sindico, el tema a tratar, el empedrado de las calles de la ciudad. Por aquellas fechas El Mercantil Valenciano se quejaba de que nadie que no contara con un carruaje, pudiera llegar a su destino en condiciones de aseo. Los días secos el polvo y la tierra se acumulaban en las calles, si hacía viento densas nubes lo cubrían todo y si llovía, Valencia se transformaba en un barrizal.
Campo presentó varios presupuestos, el primero ofrecía los adoquines a 5 reales, situados a pie de obra, el segundo a tres reales y el tercero, Ramón Rodríguez a dos, además ofrecía por el mismo precio las obras de construcción hasta dejar transitable el tramo adoquinado. Indudablemente fue elegido este último con la condición de que detallara exhaustivamente todos los gastos de la colocación con el fin de tener una idea para sucesivas obras, se le admitía un sobrecoste máximo de 17 maravedís sobre los 2 reales pactados y se le pedía que las losas retiradas de las aceras fueran reutilizadas en calles de menor tránsito. El primer encargo fue de cien varas cuadradas, con el fin de calcular más fácilmente sucesivas obras.
Las primeras calles en ser empedradas fueron la de Fidalgo y Virués, contiguas al coliseo principal de la ciudad, llamado en aquel momento “Teatro Cómico de Isabel II”.
El resultado debió ser el deseado pues en la sesión del día 15 de marzo se planteó la conveniencia de seguir con las obras si bien haría falta recaudar más impuestos para poderlas llevar a cabo.
Para fijar los impuestos necesarios se creó una comisión formada por el mismo número de los mayores contribuyentes que de regidores, aprobándose los nuevos arbitrios en la sesión del 26 de septiembre.
Los impuestos aprobados fueron los siguientes:
1 real de vellón por arroba de arroz de cualquier clase.
1 real por carga de 3 arrobas de carbón.
3 reales por fanega (medida castellana equivalente a 55 ½ litros) de garbanzos.
1 real por fanega de judías.
17 maravedís por vara de tela de lana del país.
¼ de real por vara de bayeta.
1 real por cada manta.
17 maravedís por resma de papel ordinario para imprenta.
1 real por gruesa de papel de fumar, suelto o en librillos.
2 reales por millar de ladrillos.
6 maravedís por fanega de cal en piedra o molida.
8 maravedís por arroba de hierro forjado.
8 maravedís por día por cada parada fija (de 6x6 palmos) en el mercado, plazas y calles, excepto de las de los labradores que vendan productos propios.
Las calles empedradas en primer lugar fueron:
El trozo de la calle de San Vicente, entre la plaza de Santa Catalina y la iglesia de San Martín, calle San Fernando, plaza del Mercado y calle de Zaragoza.
No fue la cosa tan rápida como prometía al principio, pues en 1865 el entonces alcalde D. José Peris y Valero decía que se tenía que continuar el empedrado iniciado por Campo y que los vecinos deberían contribuir a la mejora de sus calles, adoquinándose en aquel año la calle de San Vicente hasta la plaza de Cajeros, esta plaza, la Bajada de San Francisco, las calles de Flassaders, las Fuentes, Bolsería, Rey D.Jaime y la del Mar.
A finales de 1894, casi 50 años después de iniciadas las obras, 303 calles de las 555 que tenía la ciudad, habían recibido la mejora.

D. José Campo

(Post 20528)